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viernes, 23 de junio de 2017

"Funde su fe en el poder de Dios".


                          

Recuerdo haber ido  con una misionera extranjera, en el país donde viví algunos años, a visitar algunas personas en especial, que vivían en la periferia de la ciudad.
Su auto no era muy moderno, era una adaptación de uno antiguo, pero superaba la expectativa. Ascendía, con el virtuosismo de su dueña, las sendas de los cerros y lograba el objetivo para el cuál ella lo preparaba.
Con ella también aprendí a salir a la calle, a vocear la palabra de Dios, a entregar literatura cristiana en panfletos. A cantar sin temor en las calles del amor de Dios.
Su acordeón sonaba las notas de los himnos más exquisitos y yo recordaba mi niñez en Chile cuando me predicaron la primera vez el evangelio, aprendí mucho a su lado y aún vive su recuerdo en mi memoria.

Recuerdo esto, al ir explorando el libro que seguimos leyendo como familia cada noche cuando repaso el objetivo del "Maestro", el "Señor Jesucristo", hacia sus discípulos.

Los discípulos eran de otra galaxia, dirían algunos; inexpertos, ignorantes, incultos, y todo lo que se les venga a la mente imaginar. Tenían su carácter y de continuo el Señor les tenía que llamar la atención por esas pobres cualidades que observaban y su falta de credulidad aún en lo que veían y experimentaban al lado del propio Señor Jesús.

¿Se imaginan que sería estar al lado del Señor Jesús y no entender lo que él les enseñaba?

En vez de sentenciar la instrucción con un adiós, hasta aquí llegamos, Él con autoridad les enseñaba con su propio testimonio. Les enseñaba constantemente y sin desmayar a través de su propio ejemplo de humildad.

Sé que usted también se ha sentido como yo, incapaz de entender o de asumir el tener la capacidad en el poder del Espíritu Santo, de llevar el legado, de asumir posturas o de determinar servir al Señor con todo lo que usted es, como nueva criatura dotada de dones y talentos al servicio del Señor.

Más Dios nos ama y nos capacita a través de Su palabra; por tanto tome el tiempo para aprender, para capacitarse al salir a los campos, aquellos que son los más cercanos a su vivencia personal: su casa, empleo, barrio, o comunidades aledañas y si tiene el beneficio de viajar, todo lo que rodea a estos eventos, pues son salas donde exponer el mensaje salvación.
Siembre la semilla y deje que el poder del Espíritu Santo convenza de pecado a su interlocutor, anote sus nombres y ore por ellos.

Dios capacitó de tal modo a los discípulos que ellos brotaron como rosas de primavera (cuando fue el tiempo) en todo su esplendor, belleza y aroma celestial al llevar las buenas nuevas y ejercieron esta asignación con coraje y valor para que el reino de Dios fuera proclamado.

¡Dios le bendiga!


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